miércoles, 15 de marzo de 2017

La máscara del otro (1933) Ronald Colman vale por dos



Comienzo a escribir este post precisamente el 8 de Marzo "Día Internacional de la Mujer". Entre otras causas se reivindica la continua lucha de estas  por abrirse un camino vedado durante siglos para su sexo. Uno de los primeros escollos que fueron soslayando las mujeres fue precisamente el de la literatura. La autora de la novela en la que se inspira la película de la que hablamos alcanzó una fama inusitada para su tiempo. irlandesa, hija de un poderoso banquero consiguió en muy poco tiempo que sus obras fueran enormemente populares a ambos lados del Atlántico. Ella padeció los celos artísticos de su esposo, también escritor, siendo la causa principal de su divorcio. Después de escribir un puñado de obras casi todas best-seller falleció al parecer de una asfixia provocado por sus problemas epilépticos con tan sólo 36 años. Una sombra de duda no obstante siempre rodeó su muerte, las sospechas recayeron sobre su prometido y heredero de su fortuna que además era médico. Lo cierto es que su óbito fue tan sensacional como el argumento de sus  novelas.



La Máscara del Otro se basa en su creación más popular John Chilcote MP o The Masquerader, con el primero se editó en Gran Bretaña y el segundo fue el de su edición en USA. Desde el principio su argumento no sólo lo aupó a los primeros lugares de ventas sino que en 1912 ya se produjo un cortometraje basado en la novela. En 1917 fue adaptada al teatro por John Hunter Booth  y vuelta a poner en pantalla en diversas ocasiones en el periodo mudo. Hay una versión húngara de 1919, en 1922 otra rodada en Hollywood y al año siguiente una coproducción franco-rusa que en España se tituló " Paraísos artificiales". La historia que narra los avatares de un prestigioso político inglés adicto a la morfina que se sirve de un doble, resultaba muy apetecible para el gran actor ruso Ivan Mozzhukhin, entonces en la cumbre de su fama.


Si prestigioso era Mozzhukhin en Europa, Ronald Colman en América no lo era menos. Este actor británico que siempre a gozado de mi predilección, no era la primera vez que se enfrentaba al reto de interpretar un doble papel. En 1927 ya lo hizo en uno de sus mayores éxitos de su etapa muda "La llama mágica" interpretado junto a su pareja por excelencia de la época la bella Vilma Bánky. Una de las más famosas películas perdidas del cine. Posteriormente en 1937 realizaría otro doble papel en uno de sus títulos más recordados "El Prisionero de Zenda", cuyo doble personaje tiene bastantes características similares a los de la película que hoy nos ocupa. Dos personajes públicos aceptados por una drogodependencia. En el caso del rey del imaginario país de Ruritania es el alcohol, mientras que las sustancias que destrozan la vida del diputado británico Chilcote no aparecen demasiado claras en el guion de la versión de 1933, una mezcla de alcohol y drogas nebulosamente explicadas.
 


Esta fue la última película de Colman con Samuel Goldwyn, para quien llevaba trabajando desde 1925. De hecho el peculiar productor había convertido a Colman en toda una estrella, siempre en producciones de alta calidad, cuando fue cedido para otros estudios fue para obras tan excelentes como El Abanico de Lady Windermer de Lubischt y la primera versión de Beau Geste. Pero esto no implicaba que las relaciones con Goldwyn siempre fueran traumáticas. Cuando se hizo inmensamente popular sus películas junto a Vilma Banky el productor intentó por todos los medios hacer creer al público que la relación también existía en la vida real. Colman se negó en redondo, ya tenía bastantes problemas con mantener lejos del estudio a su esposa, una mujer perturbada que irrumpía de vez en cuando montando escenas de celos. Colman tardaría años en poder divorciarse. Además de ese tipo de intrusiones Sam Goldwyn era conocido por airear en público opiniones que en ocasiones eran totalmente falsas. La gota que colmó el vaso de Colman fue cuando afirmó Goldwyn que el actor se había metido cuatro copas en el cuerpo para interpretar su personaje de Chilcote. Esto provocó la ira de Colman que ante todo era un gran profesional. Decidió no renovar su contrato con  el productor y lo demandó por injurias. Aunque al final se arreglara el asunto sin pisar los tribunales, Colman prometió no volver a aparecer en un filme de Goldwyn...y lo cumplió. Fue uno de los primeros actores que decidieron trabajar por libre, sin estar vinculado a  ningún estudio.
 
La película cuenta con la excelente fotografía de Gregg Tholand


El prestigio y la gran popularidad de Colman le permitía llevar su carrera sin el paraguas de un gran estudio. Pero no todos los casos fueron iguales. La exquisita Elissa Landi que comparte cartel en el filme con Colman no tenía  la misma posición en el Hollywood de la época. La máscara del otro fue rodada entre los dos grandes éxitos de la actriz: El Signo de la Cruz y El Conde de Montecristo una producida por DeMille para Paramount y la novela de Dumas por el independiente Edward Small, pero el estudio que contrató a Landi tras verla actuar en Broadway en la adaptación teatral de Adiós a las armas había sido la Fox. Landi ya tenía experiencia delante de las cámaras en Inglaterra donde rodó uno de los mejores filmes silentes británicos "Underground".Tras un prometedor debut en Body and Soul con la estrella Charles Farrell y dos novatos Bogart y Mirna Loy, sus siguientes películas fueron bastante malas y sólo las cintas que he citado y la que hoy nos ocupa tuvieron repercusión. Ante esa situación Landi decidió rescindir su contrato con la Fox y lanzarse a la aventura. Pero esta no resultó como ella pretendía, de las pocas películas que rodó después casi la única que se recuerda fue Ella, el y Asta la segunda película (y para mi la mejor) de la saga de El Hombre Delgado.
 
 


Esa desafección no parece que hizo mella  y decidió volver a Broadway sin tampoco tener demasiado éxito, parece que la suerte le sonrió más en su otra gran pasión, las letras. Escribió seis novelas y algunas poesías. Realmente Elissa Landi es un personaje fascinante. Desde sus legendarios orígenes, fantasías urdidas por su madre que se decía hija del emperador Francisco José (aunque hay investigadores que si encuentran indicios de certeza), todo parecía envolverla en un aura que no han tenido otras estrellas de mayor calidad interpretativa. Sin duda su exquisita belleza quedará perenne en la pantalla setenta años después de su muerte a causa de un cáncer con tan sólo 43 años. Aunque su aporte en La Máscara del Otro se supedita al doble lucimiento de Colman, Elissa Landi compone a la perfección la imagen de dama sufrida, elegante y de gran  corazón y como siempre bellísima.


Pero con quien comparte más escenas Colman no es con la bella Elissa sino con  Halliwell Hobbes, uno de esos imprescindibles secundarios del cine clásico que aquí interpreta al fiel mayordomo de Chilcote. Hobbes está como siempre en su más de un centenar de apariciones entre cine y televisión perfecto. Al igual que sus compañeros de reparto se inició en las tablas, británico como  Colman había nacido en la misma localidad de Shakespeare. Elissa Landi en Venecia y Juliette Compton la única norteamericana del elenco principal interpretando a una vampiresa bastante insulsa que lleva a Chilcote por la pendiente de su autodestrucción.
 
 
 
 


No se si sería a causa de que sus relaciones iban deteriorándose con Goldwyn, pero resulta curioso que el productor pusiera la película bajo la batuta del modesto artesano Richard Wallace cuando en sus últimas películas a Colman le habían dirigido George Fitzmaurice, John Ford y King Vidor. Wallace que estaba en el cine desde la primera década del siglo XX apenas hizo algún filme destacable en su larga andadura. En este filme no parece que hiciera mucho más que ponerse al servicio de la historia. Cierto es que en  el engranaje del Hollywood clásico con frecuencia eran más importantes los guionistas que el propio director y aquí si que Goldwyn puso toda la carne en el asador. Los encargados son dos de los más prestigiosos guionistas que a tenido el cine: Howard Estabrook y Moss Hart. Estabrook que era otro veterano de Hollywood había encontrado finalmente su hueco como adaptador de historias para el cine. Dos años antes en 1931 ganó el oscar por Cimarrón donde adaptaba el bet-seller de Edna Ferber y sería el responsable de la considerada si exceptuamos las cintas rodadas por David Lean mejor adaptación de Dickens, nos referimos claro está al David Copperfield de Cukor. Si Estabrook era el presente ,Moss Hart sin duda representaba el futuro. Su anterior producción había sido Carne un drama de John Ford a  mayor gloria de Wallace Beery, pero ante todo consiguió la fama en el teatro junto a George S. Kauffman con excelentes comedias que además fueron llevadas a la pantalla. La más famosa de ellas es Vive como quieras (1938) de Capra. Aunque cuando volvió de vez en cuando al cine fue para firmar los guiones de películas tan memorables como La barrera invisible (1947) y Ha nacido una estrella(1954).
 
 
 


Los guionistas acertadamente situaron la película en el presente que eran los tumultuosos años treinta. Una época de depresión económica y de inestabilidad política ¿Les suena? Claro que por supuesto todo ello está subordinado al drama personal de Chilcote y su contraposición con John Loder su doble, un hombre que no ha tenido las oportunidades sociales de Chilcote pero que por el milagro primero de la señora Thurston y luego de Hollywood puede arreglar el imperio británico y enamorar a la hermosa señora Chilcote. Pues si se trata de Ronald Colman ¿Cómo no va a poder ser? Cuando está Colman en la pantalla todo puede ser posible y si tiene al lado a la bella Elissa Landi mejor que mejor.
 
 
 
 
 





 

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