jueves, 29 de octubre de 2015

Magnolia (1936) Rectificar es de sabios.

Robeson cantando Ol´man river
         Hace unos días recibí un amable comentario en mi blog, sobre un error que había cometido comentando la sinopsis de la película “Don Juan”, lector a quién agradezco que se tomara la molestia de hacérmelo ver. El fallo que hoy vengo a subsanar es de mucha mayor enjundia ya que concierne a la apreciación que hice de la película que hoy nos ocupa.  Cuando hace un par de años comenté la famosa versión realizada por MGM con Ava Gardner, minusvaloré este filme rodado quince años antes y que he vuelto a ver hace unos pocos días, mejorando con mucho el recuerdo que guardaba de él.
 
 
         Esta fue en realidad la segunda versión que se hacía del famoso musical de Kern y Hammerstein. En 1929 se había filmado una versión muda a la que se le habían añadido efectos sonoros y alguna escena también hablada. Luego se le añadió un prólogo donde algunos de los artistas del montaje original cantaban alguna de las canciones del musical. Esta era una de las escasas producciones a gran escala de Universal, quién centraba la mayoría de su producción en cintas de bajo costo, pero poco a poco bajo los auspicios del hijo del fundador Carl Laemme jr. eso fue cambiando. Para esta película Universal invirtió un millón de dólares, casi diez veces de lo que costaba una producción habitual de la productora.
Laura La Plante y Joseph Schildkraut en la versión de 1929
 
         El director fue James Whale, un británico que ha pasado a la historia del cine por ser el responsable de las míticas películas de Frankenstein protagonizadas por Boris Karloff. Pero Whale, no sólo había dirigido películas de terror, en su haber está por ejemplo la primera y descarnada versión de “El puente de Waterloo”, o ¿Recuerdas lo de anoche? Una comedia alocada con sus dosis de misterio en la línea de las famosas películas de El hombre delgado  protagonizadas por William Powell y Mirna Loy.
 
         Aunque Show boat contiene drama y comedia, esta sí que era la primera cinta musical del director. A decir verdad las cintas musicales de Universal no se distinguían por ser las mejores, en un género dominado especialmente por Warner y donde MGM empezaba a hacer sus pinitos. El trabajo de Whale con un imaginativo uso de la cámara, está a la altura de los mejores musicales de la época, pese a que son bastante escasas las canciones, pues es evidente que lo que más le interesa a  Whale es narrarnos la historia.
 
         El reparto escogido en su mayor parte estaba relacionado de una manera u otra con la obra. Al frente estaba una Irene Dunne en su máximo apogeo como estrella. Precisamente los directivos de RKO la descubrieron durante una gira teatral en la que interpretaba el papel de Magnolia. Desde su debut seis años atrás había conseguido ya la primera de sus cinco nominaciones como mejor actriz por el western Cimarrón. Aunque venía del mundo del musical, en esos primeros años se convirtió en toda una especialista del melodrama, protagonizando dos de las mejores muestras de ese género en los años treinta “La usurpadora” y “Magnífica obsesión” ambas con el director John M. Stahl y donde trabajó cedida igual que ahora en Universal. En “Magnolia” vuelve al género musical donde el año anterior protagonizó “Roberta” junto a Fred Astaire y Ginger Rogers, asimismo con música de Jerome Kern, donde Dunne interpretaba “El humo ciega tus ojos”. También sirvió esta película de Whale para que Dunne se adentrara en el género de la comedia que le era prácticamente ajeno, aunque se convertiría en una de las grandes damas de este con títulos memorables como “Los pecados de Teodora” y especialmente “La pícara puritana”.
 
 
         Dunne era toda una estrella no así tanto su paternaire Allan Jones. Después de barajar hasta diez nombres para interpretar al jugador Gaylor, Laemme y Whale descubrieron al tenor tras ver “Una noche en la ópera”. Jones había fichado en 1934 por MGM pero hasta entonces el uníco vehículo importante que había rodado era la fantástica comedia de Los Hermanos Marx. Parece que Groucho ayudó mucho a Jones en su primer papel importante. En un principio el estudio pensó en el como pareja de Jeanette McDonald, pero al preferir ésta a Nelson Eddy su carrera no acababa de despegar, así que tras rodar una escena de ópera junto a McDonald en Rose Marie, aceptó encantado este su primer papel importante, el cual ya había representado en las tablas, y aunque su técnica actoral dista de equipararse a la de su pareja cumple con su cometido como actor y está brillante como cantante. Por desgracia cuando volvió a MGM se encontró con que el estudio tenía muy pocos planes para él. Volvería a trabajar con los hermanos Marx en “Un día en las carreras” y gracias esta vez a Jeanette McDonald con la que había comenzado una gran amistad que nunca terminaría, rodaría “La espía de Castilla” su segundo y último gran musical. Después de participar en otras productoras con películas de segunda fila, decidió retirarse del mundo del cine y centrarse en la radio y el teatro donde seguirá gozando del favor del público.
 
 
         Hablando de voces, una de las mejores bazas con que cuenta la película es la de poder ver y escuchar a la gran Helen Morgan, reina del espectáculo, donde sus tristes canciones lucían en los lujosos clubs nocturnos propiedad de los gangster durante la prohibición. Morgan tuvo una biografía no demasiado diferente al personaje de Julie al que interpreta, acabando despeñándose en el abismo del alcohol por un desengaño amoroso. Esa es la causa de su corta vida y su exigua carrera cinematográfica, pese a aparecer en el prólogo de la primera versión de Show Boat y en el magnífico musical de Maomulian “Aplauso”. Helen Morgan había creado en las tablas el personaje de la mestiza Julie, casi una década después vuelve a recrearlo con gran empaque, dejando su interpretación un bello poso de amargura. No podría rivalizar estéticamente con Gardner quién interpretó la versión de 1951, pero su arte ralla a su altura si acaso no llega a superarlo.
 
Helen Morgan, Hattie McDaniel e Irene Dunne
 
         Otro que había participado en el estreno de la obra era Charles Winninger , como el alegre capitán Andy. El pequeño y simpático actor tuvo una larga carrera en el cine, siendo este su papel más decisivo, secundario habitual tuvo protagonismo en una de las películas menos conocidas del maestro Ford “El sol siempre brilla en Kentucky”. Winninger había vuelto a interpretar al capitán Andy en el reestreno de Show Boat de 1932, donde coincidió con Paul Robeson que en el filme vuelve a interpretar a Joe. El barítono afroamericano había sido la primera elección de los autores para interpretarlo en el estreno, pero como este estaba sujeto a otros compromisos profesionales no pudo interpretarlo hasta el estreno londinense de la obra. El oscarizado director Steve McQueen (Doce años de esclavitud) afirmó que su próximo proyecto será un biopic sobre el gran cantante y actor. Graduado con las mejores notas en derecho, Robeson no pudo ejercer su carrera debido a los prejuicios raciales, por lo que se encaminó a la interpretación y el canto donde también destacó. Su lucha a favor de los derechos raciales, junto a sus posiciones políticas acabarían  con incluirlo en la lista negra en 1950. Una auténtica desgracia pues era un más que notable intérprete dotado de una gran presencia y una voz  inmensa. En el filme borda su papel de marido vago, pero de buen corazón casado con una gran Hattie McDaniel, quien tres años después ganaría el primer oscar para un artista de color por su interpretación de la entrañable Mammie.
 
El gran Paul Robeson
 
         Hay que reconocer a los encargados de la producción un trato a la comunidad afroamericana más sensible de lo que era  habitual en la época. Aunque representen personajes domésticos, están tratados con dignidad, evidentemente mucha culpa de ello lo tienen la pareja Robeson- McDaniel.
 
 
 
         Aunque el filme obtuvo un gran éxito tanto de público como de crítica, realmente acabó con la  carrera de Carl Laemme jr. como productor. El balance económico negativo de anteriores películas pesó demasiado. Su director tampoco correría mucha mejor suerte, siendo su magnífica adaptación de “El hombre de la máscara de hierro” el único filme reseñable de lo que restaba de su filmografía. La Universal cayó en otras manos que decidieron volver al estudio a la época de la década de los diez, cuando se dedicaba sólo a producir películas baratas. Su fundador Carl Laemme moriría sólo tres años después, tras ayudar a salir a muchos judíos de Europa. Su hijo muy joven aún le sobrevivirá exactamente cuarenta años, falleciendo igualmente el 24 de septiembre. Ambos consiguieron que Universal realizara grandes proyectos bajo su mandato, legándonos grandes películas como esta que  hoy nos ocupa. A su memoria y a la del íntegro y valiente Robeson, va dedicada esta entrada.
 
 
 

 
 

lunes, 19 de octubre de 2015

El pacto de los lobos (2001) Francia versus Hollywood

 

         El pacto de los lobos, para muchos representa el pistoletazo de salida dado por el cine francés para convertirse en un serio competidor de la omnipresente maquinaria de Hollywood. Esta aparente ruptura con un cine de autor que había dominado las últimas décadas, asombró a la crítica y recibió el espaldarazo del público.


         Hoy cuando han transcurrido casi tres lustros desde su estreno, se ha convertido en un clásico del cine de aventuras y pese a su  juventud frente a la mayoría de películas que suelen formar parte de este blog, creo que puede figurar en el sin desentonar lo más mínimo.

 

         En esta su segunda película, el realizador Cristophe Gans mezcló varias de sus pasiones cinéfilas, el cine de Hong-Kong, el espagueti western y como el mismo afirma el Scaramouche de George Sidney. Apasionado del manga, introdujo escenas de artes marciales, practicadas por un nativo americano en plena Francia de mediados del siglo XVIII. Este es uno de los anacronismos que tanto han sido criticados, olvidándose de que el filme no pretende ser un documental histórico sobre la época, sino un divertimento.

 
 
 

         Cuando aparecen los dos misteriosos enviados del rey envueltos en unas gabardinas, es inevitable recordar a los filmes polvorientos rodados en Almería, aunque por lo demás la ambientación de la película es fantástica, no sólo  por su vestuario sino por las localizaciones en exteriores y la utilización en su mayor parte de edificios de la época, siendo mínimos los decorados.

 

         La historia obra de Stéphane Cabel utiliza unos hechos acaecidos en Francia entre 1764 y 1767, sobre la famosa Bestia de Gévaudan, causante de decenas de muertos y cuya identidad no quedó nunca realmente resuelta. En el blog Mindshadow, se encuentra un pormenorizado análisis de todos los sucesos auténticamente históricos que rodean este singular caso. http://www.mindshadow.fr/histoire-vraie-le-pacte-des-loups/.

 
 

         La solución que la película aporta es pura ficción, pero en un argumento bien elaborado que además retrata con bastante fidelidad el ambiente de la Francia pre-revolucionaria. Buena parte de este verano me lo he pasado leyendo sobre los orígenes, desarrollo y extinción de este momento tan crucial en la historia europea, que para mí resulta fascinante. Creo que la historia propuesta por Cabel, encaja muy bien en un periodo donde las fuerzas hasta ahora dominantes del Antiguo Régimen, se oponen a las nuevas ideas de la ilustración que apadrina Luis XV. Al inicio de la cinta, el narrador de la historia un ya maduro Marques de Apcher, va a ser conducido por las turbas de una revolución que al ha contribuido a crear, un fin que desgraciadamente padecieron muchos de esos soñadores que tras acabar con una barbarie fueron inmolados por otra de distinto signo pero igual de cruel.
 



         El reparto lo forman en su mayoría actores que parecían destinados a una mayor proyección que la que realmente llegaron a tener. Ese es el caso de Samuel Le Bihan que encarna a Grégoire De Frousac, quién por físico y carácter extrovertido parecía estar destinado a ser el heredero de Jean Paul Belmondo, hoy reconvertido en toda una estrella de la televisión francesa. Su compañero en el filme, el actor hawaiano Mark Dacascos campeón de artes marciales, también ha terminado dedicándose a la pequeña pantalla. Y aunque suene reiterativo igual destino ha tenido Émilie Dequenne, la bella Marianne del filme, para la actriz belga esta era su segunda película.

Samuel Le Bihan
 
Mark Dacascos
 
Émilie Dequenne
 

         De todo el elenco interpretativo, los que mejor carrera han hecho en el cine y siguen teniendo un lugar en los repartos de películas importantes son Vincent Cassel y Monica Belucci que formaron hasta hace un par de años uno de los matrimonios más glamurosos del cine europeo. Cassel que en un principio se negó a interpretar al pérfido Jean Francois, logró con esta quizás la más reseñable actuación de la película. Mientras Belucci, luce su hermoso cuerpo en el papel de una cortesana de altos vuelos.

Vicent Cassel
 
 
Monica Belucci
 

         Es una pena que sólo Belucci y Cassel hayan seguido la estela de las enormes expectativas que produjo este filme. Un título que para mí está entre las mejores películas de aventuras del último cuarto de siglo y que pese a su larga duración, sigue viéndose con gran agrado.
 

 
 

 

viernes, 9 de octubre de 2015

Cautivo del deseo (1934) Ha nacido una estrella, pese a Jack Warner

 
 
“Bette Davis ha ofrecido seguramente, la mejor interpretación de una actriz americana en la historia del cine.”
         Al menos eso era lo que afirmaba la crítica de la revista Life ante la estupefacta reacción de Jack Warner, mandamás del estudio que acababa de suspender de empleo y sueldo a Davis. La actriz se había negado a participar en “El caso del perro aullador” primera de las cintas que el estudio rodó sobre el abogado Perry Mason, donde le encomendó el breve papel de su fiel secretaria.
 
         Aunque estaba atada de pies y manos por un leonino contrato que no le permitía tener el más mínimo control sobre su carrera, esto había llegado demasiado lejos. No obstante, si “Cautivo del deseo” no hubiera sido un éxito, quizás la carrera de Bette y desde luego la historia del cine, serían bien distintas.
Una jovencísima Bette Davis
 
         Pero llegó el 27 de junio de 1934 y todo el mundo alabó la interpretación que realizó de la malvada Mildred hizo que Warner cambiara de opinión y así la actriz volvió a los platós de rodaje. Mildred fue la primera gran criatura a la que sólo Bette podía insuflar esa esencia maligna que se convertiría en marca de la casa.
 
         Pero volvamos a los orígenes, empezando por la novela “Servidumbre humana”, quizás la mejor que escribió el prolífico William Somerset Maugham. La obra publicada en 1915 mientras el escritor servía en la unidad de ambulancias del ejército británico vino a dar el definitivo espaldarazo al autor en el ámbito de la narrativa, tras labrarse una gran reputación como autor de comedias teatrales que recordaban a las escritas por su admirado Oscar Wilde. Yo que prácticamente he leído todas sus obras, debo de reconocer que Servidumbre humana fue la que más me llegó al alma. Dotada de ciertos elementos autobiográficos, pese a su longitud, en absoluto me resultó pesada.
 
 
         Para cuando RKO decidió acometer la adaptación de la novela, su autor era uno de los más llevados a la pantalla, de algunas de sus obras como “El círculo” y “Lluvia” en pocos años se habían rodado versiones mudas y sonoras, en ocasiones con estrellas de la fama de Gloria Swason y Joan Crawford. Incluso la Divina Garbo estaba a punto de rodar su adaptación de El velo pintado. Pero la glamurosa Katrin que se redime por el amor, no tenía  nada que ver con la vulgar Mildred que intenta destruir al pobre lisiado Phillip. Seguramente ninguna estrella de Hollywood hubiera deseado tan desagradable papel, pero Bette era diferente. Cuando a fines del verano de 1932 el guionista Wilson Mizner le entregó un ejemplar de la novela, ella quedó fascinada con el personaje. Cuando la película fue finalmente asignada a John Cronwell, quedó impresionado con la actuación de Bette en una película titulada  Esclavos de la tierra. Fue por casualidad, pero enseguida pensó en que Davis era perfecta para el papel. Más había un gran problema, había que esperar a que la Warner cediera su actriz a la RKO. Durante  más de seis meses Bette estuvo insistiendo a Jack Warner para que le dejara rodar el filme. El magnate no entendía como quería interpretar un personaje tan desagradable, pero ya harto ante la insistencia de esta, acabo cediendo no antes de sentenciar “Anda, ahórcate sola”.
 
 
 
 
         Era el primer papel realmente importante que obtenía Davis desde que llegara a Hollywood. Primero en Universal, donde primaba la improvisación, luego en Warner un estudio que realizaba películas como si fueran salchichas en tiempo record, la actriz apenas tuvo oportunidad para poder desarrollar sus enormes actitudes como intérprete. Para ella era de tal relevancia, que no dudó en abortar en Enero de 1934, ya que si no le hubiera sido imposible incorporarse al rodaje que empezaría el mes siguiente. Bette estaba casada con su primer marido Ham, un compañero de los tiempos de instituto que después de perder su trabajo de trompetista, se había unido al número de personas que vivían a costa de ella, entre las que destacaban su posesiva madre y su hermana.
La inevitable foto publicitaria en bañador
 
 
 
         Si Bette era una estrella en ciernes, su oponente Leslie Howard ya tenía un nombre dentro de la industria del cine. Si en la década anterior había sido uno de los actores más populares en Broadway y Londres, su paso al cine ya le había deparado un puñado de buenos títulos. Pero Howard no deseaba firmar en exclusiva con ningún estudio y dedicó todo el año 1933 a pasarlo en Inglaterra, ocupado en el teatro. Ante la insistencia de RKO, en intervenir en uno de sus filmes, Leslie Howard sugirió que le encantaría protagonizar una película basada en la novela Servidumbre humana. En pocos días el estudio pagó los derechos de la novela, pidiendo al actor que volviera a Hollywood para rodarla.
Leslie Howard con el director John Cromwell
 
Howard con Francis Dee la buena de la película
 
         Cuando apareció la yanqui Bette en el set donde los británicos eran mayoría, empezaron a murmurar sobre ella. Pero pronto convenció a todos con su peculiar acento cockney y esa manera tan personal de interpretar. No sólo se vale de la palabra,  utiliza todo su cuerpo para retratar a esta camarera vulgar, con apariencia de fulana. Bette que en su vida personal era una persona reprimida en lo que tocaba al sexo, se transforma en su ser claramente obsceno para los parámetros de la época. Esa atracción primaria que  hace del personaje de Howard un auténtico esclavo.
Howard y Davis en el set de rodaje
 
 
 
         Mildred es ante todo un personaje cruel, odioso, esa era la causa por la que ninguna estrella de RKO había querido interpretarla, pero Bette gracias a él se convierte en una estrella. No obstante fue para ella una decepción el que no fuera nominada como mejor actriz, ese año arrasó Sucedió una noche y Claudette Colbert se alzó con la estatuilla. Cuando al año siguiente lo logró por su participación en “Mentirosa”, pareció como una compensación del olvido de la academia.
Su primer oscar
 
Sólo Bette se atrevió con un personaje como el de Mildred
 
 
 
         Pero la interpretación de Davis no es lo único atrayente del filme. Fantástica también la interpretación de Leslie Howard con el que volvería a coincidir en dos ocasiones más. Su relación fue cordial, aunque no tanto como solía ser habitual en las películas del actor inglés. Muchos años después cuando se encontró con Michael Caine, Bette le confesó que le recordaba a Howard. Le dijo que era la única de sus compañeras de reparto que no se había acostado con él. Donde sí le hubiera gustado coincidir con él era en la plantación de los tres robles, donde Howard era Ashley Wilkes y ella soñaba con ser Escarlata. La mayor decepción de su carrera fue no protagonizar la película más famosa de todos los tiempos, “Lo que el viento se llevó”.
 
 
         Más hoy hablamos de un filme que siendo mucho más  modesto y sin lugar a dudas infinitamente menos conocido, no por eso deja de ser estimable. Pese a las modificaciones que hubo que hacer con respecto a la novela, ya que el Codigo Hays por fin empezaba a realizar su labor castradora, el más que estimable realizador John  Cromwell consiguió una gran adaptación de la novela. Pese a que volvería a ser nuevamente llevada a la pantalla, primero en 1946 y luego ya en los liberales sesenta, ninguna de estas nuevas versiones llegan  a tener la categoría de esta, principalmente por el genio de una de las más importantes presencias que ha dado el cine, Bette Davis.
Por culpa de la censura el personaje de Bette pasó de prostituta a camarera
 
Momento cumbre de la interpretación de Bette cuando se limpia la boca de su amante
 
Agradecimientos: Me fue de gran ayuda para realizar este post la fantástica biografía de Bette Davis “Amarga victoria, la vida de Bette Davis” escrita por Ed Sikov, además del estupendo blog “Innaferrabile Leslie Howard”, entre otras muchas consultas.