lunes, 17 de noviembre de 2014

Volpone (1941) Una maravillosa adaptación.


         Como dicen los evangelios, nadie es profeta en su tierra. Así debió de pensar Maurice Tourneur cuando regreso a Francia en 1928. Había sido despedido de MGM al poco de iniciarse el rodaje de “La isla misteriosa”, su última cinta en América. Con ese sinsabor concluía una etapa que comenzaba en 1914 cuando la empresa Eclair, le mandaba a los estudios que poseía en Estados Unidos, ya que poseía un inglés fluido, fruto de giras como actor teatral en el Reino Unido.

 

         En poco tiempo, se situó a la cabeza de los mejores directores, donde pudo dirigir a las estrellas más populares como Mary Pickford y realizar brillantes filmes como “El pájaro azul” y “El último de los mohicanos”. Pero el poder cada vez mayor de los productores, que cercenaban su independencia artística, unido al divorcio de su primer esposa, le llevaron a tomar la decisión de regresar a su país.


         Como bien dije al principio de esta entrada, a Tourneur no se le recibió precisamente con los brazos abiertos. Su ausencia durante la gran guerra, donde tantos franceses habían fallecido, fue censurada por los círculos más conservadores quienes tampoco le perdonaban el que hubiera adquirido la nacionalidad americana en 1922. Pese a esas reticencias iniciales, poco a poco Tourneur fue revertiendo la situación, hasta convertirse en uno de los realizadores más prolíficos del cine francés durante la década de los treinta.

 

         Un periodo de gran efervescencia artística, que además coincidió con una gran generación de actores, provenientes en su inmensa mayoría del teatro, y que ahora aportaban su talento al recién nacido cine sonoro. Fue una etapa donde el cine francés se convirtió en uno de los más interesantes y comerciales del mundo. En 1938 Jacques De Baroncelli, empezó el rodaje de “Volpone” basado en la famosa pieza teatral de Ben Johnson. De Baroncelli hoy es un director prácticamente olvidado, pero en aquel momento era uno de los más reputados profesionales del cine francés. Desgraciadamente la producción tiene que pararse por falta de financiación. Casi dos años después se reanudará, un 23 de marzo de 1940, un momento de gran agitación, cuando Francia lucha desesperadamente contra las tropas alemanas.

 
 

         En ese instante tan crítico, es cuando Tourneur se hace cargo del proyecto, encargándose de una de sus especialidades, la adaptación literaria. En este caso se utilizó como base la adaptación que en 1928 escribieran Jules Romain y Stefan Zweig, cuyo nombre no aparece en los títulos de crédito debido a su ascendencia judía, ya que la película se estrena en mayo de 1941, en plena ocupación nazi.

 

Ambientada en la Venecia renacentista, la película cuenta con unos cuidados decorados y lujoso vestuario, en una producción digna de enfrentarse con sus coetáneas de Hollywood. Los chispeantes diálogos son ejecutados por una pléyade de buenos artistas entre los que sobresalen claro está los dos protagonistas Harry Baur como Volpone y Louis Jouvet en el papel de su fiel criado Mosca. A Harry Baur ya lo recordamos con motivo de su interpretación del comisario Maigret en “La cabeza del hombre” (http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2014/02/la-cabeza-del-asesino-1933-homenaje-al.html), para muchos la mejor adaptación del célebre personaje de Simenon. En 1940 Baur era el actor de carácter más famoso de toda Francia, tan sólo Raimu tenía tantos adeptos. Su interpretación guiñolesca del astuto mercader veneciano, queda salvaguardada por su impecable técnica actoral. Al igual que el personaje de Johnson, Harry Baur era un actor ávido de gloria y riquezas, por lo que no le importó pactar con el diablo, de ahí su trágica muerte a causa según parece de los tormentos sufridos a manos de la cruel Gestapo.
 

         En cuanto a Louis Jouvet, decir que al igual que Baur, antes de dedicarse al cine tenía tras de sí una magnífica carrera teatral. En el cine había debutado con Topaze (1933) basada en la obra de Marcel Pagnol, brillando en varias de las mejores películas de la década de los treinta como “La kermesse heroica” y “Un drama singular” donde interpretó con singular acierto papeles de clérigo y “Hotel du Nord” en la que encarnaba al misterioso Monsieur Edmond, por solo citar algunos títulos, bajo la experta batuta de directores de la talla de Carné, Renoir Y Duvivier. Su aguda creación del sibilino mosca, sigue atrayendo al espectador, como los estupendos secundarios que aparecen.

 
 

         La bella Jacqueline Delubac, ya divorciada de su mentor Sacha Guitry está encantadora en el papel de la bella Colomba, esposa del celoso Corvino un estupendo Fernand Ledoux. Pero de todo el amplio reparto, el que mejor capta la esencia de la farsa de Ben Johnson es seguramente Charles Dullin, como el anciano Corbaccio. Dullin había formado precisamente con Jouvet y Jean-Louis Barrault y Jean Vilar, el célebre Cartel des Quatre que renovó el teatro francés de la época. Este sensacional Corbaccio que nos dejó para la posteridad, es una de sus mejores contribuciones al cine, donde en una filmografía no muy extensa destaca también su intervención al lado de Harry Baur, en la mejor adaptación sonora de “Los miserables” de Victor Hugo.

 
 

         Merece la pena ver esta atinada adaptación de Volpone, filmada en un momento tan crítico para Francia. La mayoría de los principales actores junto al director, permanecerían en esa Francia ocupada, Jouvet haría giras por América Latina representando al gobierno de Vichy, todo estaba en proceso de transformación, pero el talento seguía inmutable, como hoy más de setenta años después puede comprobarse.

 
 

 
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario