domingo, 2 de marzo de 2014

Los inconquistables (1947) Gary Cooper Superstar.

Cuando hace unos días hacíamos un somero repaso sobre las películas ambientadas en la revolución americana, resulta curioso que Cecil B. DeMille no se ocupara de este tema, dado que junto a las recreaciones del mundo antiguo y religiosas, la historia de los Estados Unidos es parte fundamental de su filmografía sonora.
Desde las peripecias de Wild Bill Hickok (titulada aquí Bufalo Bill), el desarrollo del ferrocarril en el oeste (Unión Pacifico) la intervención del pirata Lafitte en la invasión británica de 1812 (Los bucaneros) o el desarrollo de la navegación comercial (Piratas del mar caribe) vemos un amplio fresco de la historia estadounidense que cierra su ciclo con esta sensacional cinta a caballo entre el cine de aventuras y el western que es “Los inconquistables”.


Basada en la novela “The Judas Tree" del escritor Neil H. Swanson, la acción se desarrollaba durante la revuelta india de Pontiac acaecida en 1763 y tenía como prefacio un documento fechado a mediados de 1840 en que se hablaba de una muchacha condenada por robo en Inglaterra, a la que se le permitía eludir la pena capital a cambio de servir como esclava en las colonias. Así comienza la película que nos narra la historia de la pobre esclava Abby y su encuentro camino del nuevo mundo con el capitán Cristopher Holden. Mil y una peripecias vivirán en la tumultuosa época que les toca vivir.




Aunque la historia tenía todos los ingredientes necesarios para realizar una buena película de aventuras, DeMille encontró reticencias en la Paramount, ya que todas las películas desarrolladas en esa época habían fracasado. Si no hubiera sido por el status, que el veterano director tenía en el estudio, el proyecto nunca hubiera salido adelante. También fue decisiva la contratación de Gary Cooper como protagonista, que auguraba que el filme pudiera ser más comercial.




Como fue habitual en su última etapa, la película comenzó sus preparativos tres años antes de comenzar el rodaje. DeMille era muy meticuloso en todos los aspectos de la película, poniendo especial acento en las escenas de acción más espectaculares, como son la  persecución en canoa por los rápidos y el asedio final a Fort Pitt, por lo que se usaron réplicas de las armas de la época y se atavió a los más de cuatro mil extras con vestuario propio de la época.



El reparto estaba encabezado como hemos dicho por Gary Cooper, para DeMille la genuina encarnación del colono americano, aquí como en casi todas las películas que protagonizó esta magnífico. A su lado Paulette Godard resuelve con acierto su papel, pese a que no era la primera opción de DeMille, que había pensado en Deborah Kerr para encarnar a Abby. El papel de villano fue encargado a Howard Da Silva, un actor de carácter que había triunfado en Broadway en la famosa “Oklahoma” y destacado en la oscarizada “Días sin huella”, su pretendida filiación comunista, le cerró las puertas de Hollywood durante una década. Otro de los destacados es el mítico Boris Karloff como Guyasuta jefe de los indios Sénecas.



Pese a los malos augurios de los directivos del estudio, la película pese a su alto coste, logró pingues beneficios, siendo una de las cintas más taquilleras de la década de los cuarenta. Algo comprensible pues su gran metraje, sobre las dos horas y media, no pesa en una narración ágil que combina los momentos de mayor espectáculo, con escenas intimistas donde se palpa el buen hacer del director. Un título que no me canso de ver una y otra vez y que recomiendo sin duda a todos los que no la hayáis visto.

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