lunes, 31 de marzo de 2014

La novela de un mujik (1927) De Haxan a Lon Chaney

 

La película comienza con la imagen de varios soldados tendidos  sobre el suelo. En derredor de ellos se ven  unas piernas que van de un lugar al otro, al agacharse buscando algo de comida, vemos por vez primera a Serguei, un campesino de mente algo retrasada. Observándole entre los setos se halla una hermosa campesina, que le pide ayuda para cruzar las líneas y llegar a la ciudad de Novokursk. Haciéndose pasar por matrimonio logran pasar el primer retén, pero cuando llegan exhaustos a una cabaña, son interceptados por soldados revolucionarios, que ante la blancura y suavidad de las manos de la campesina, sospechan de su identidad. Torturan al pobre Mujik, pero este se mantiene fiel. En esos instantes llegan tropas del ejército blanco que ponen en fuga a los soldados soviéticos. En ese instante la hermosa desconocida revela su identidad, es una Condesa que traslada papeles de alta importancia para el alto mando.

La turbulenta revolución que desembocó en una guerra civil en Rusia, fue reflejada asiduamente en los últimos años del cine mudo. Numerosos filmes, algunos tan célebres como “La última orden” de Josef von Sternberg, que proporcionó el oscar a Emil Jannings, interpretando a un ex General ruso reconvertido en actor de Hollywood, la estupenda cinta de Walsh que reseñamos hace un par de días “The red dance” (http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2014/03/the-red-dance-1928-homenaje-dolores-del.html) con Dolores del Río y la epopeya de Cecil B. De Mille “Los bateleros del Volga”. Quizás con la excepción del filme de Sternberg, estas cintas no reflexionaban sobre el hecho histórico , sino que utilizan tan dramáticos sucesos como romántico telón de fondo para una historia de amor en la mejor tradición de Hollywood. Algo habitual también por cierto en el periodo sonoro, al fin y al cabo, Doctor Zhivago de Lean no se sale en exceso de la fórmula anteriormente citada.
 
 
Volviendo a la película que nos ocupa, “Mockery” título original de la cinta, que en castellano podría traducirse como “Burla”, es una de esas cintas tan masacradas por la crítica, que tengo a bien sacar de vez en cuando a la palestra. Fue la segunda película de Benjamin Christensen en Hollywood, tras “El circo del diablo” protagonizada por Norma Shearer. El director danés se había hecho famoso por “Haxan, la brujería a través de los tiempos” que es lo que hoy llamaríamos un Docu-drama, donde exponía las supersticiones y torturas que en épocas pasadas habían hecho creer en las brujas, utilizando imágenes oníricas y en ocasiones sexualmente explícitas. Tras su paso por Alemania, llegó contratado por MGM que le puso en dos vehículos diseñados para el lucimiento de dos de sus mayores estrellas.
 
En este caso Lon Chaney era el protagonista absoluto de la cinta. Pese a las sugerencias del estudio, Chaney en este caso matizó bastante su maquillaje, no quería encasillarse en truculentos personajes de terror. Precisamente ese era el título que originalmente tenía la cinta en pre producción, que luego fue sustituido por el mucho más acertado de burla. Una burla de la que será objeto el ignorante mujik, por la altiva condesa a la que da vida la bella Barbara Bedford. Esta intérprete hoy es recordada por su actuación en dos de los western más conocidos del cine mudo “El último de los mohicanos” de Touneur y “El hijo de la pradera” junto al cowboy  más popular hasta la llegada del sonoro, William S. Hart. El tercero en discordia un oficial zarista estaba interpretado por Ricardo Cortez, hoy casi olvidado pero que en los últimos años de la década de los veinte y especialmente en la primera época del cine sonoro, gozó de gran popularidad, protagonizando la primera adaptación de “El halcón maltés”. Como explicaba amenamente Terenci Moix en su estupenda “Gran historia del cine” publicada coincidiendo con el centenario del cinema, desde las páginas de “Blanco y negro”, Cortez fue el más falso de los “latin lover” que en aquella época pulularon por Hollywood. Nacido en Nueva York de ascendencia austríaca, fue rebautizado por los directivos de la Paramount que en su apostura presagiaron un sustituto de Valentino.
 
Pese a no tener el gran éxito de su primera cinta americana, “La novela de un mujik” cuadruplicó su magra inversión, pese ya hemos dicho al desfavorable juicio de la crítica. Pero es que entonces como hemos dicho Chaney era uno de los actores más populares del cine, y la película vista hoy en día sigue siendo un bello melodrama, resuelto en ocasiones con una mirada poética poco habitual en el cine comercial yanqui. El momento en que Serguei descalza las botas de la bella condesa y empieza a lavar sus pies con una exquisita delicadeza, es uno de esos instantes en que puedes ver la mano de autor del realizador danés, consiguiendo más a través del sentimiento que de la audacia técnica, conmover el corazón del espectador.
 
 
Con este pequeño homenaje quiero recordar a un gran director que desgraciadamente no es tan reconocido como debiera, y que dirigió algo más que Haxan.
 
 
 
 

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