viernes, 31 de enero de 2014

Un león en las calles (1953) Walsh también sabía hacer dramas.


Y volvemos con Raoul Walsh, uno de mis autores preferidos en la historia del cine. Como he dicho en otras ocasiones sólo con sus películas pudiera llenar este blog de calidad. El título de  mi humilde publicación “Clásico y divertido” encaja a las mil maravillas con la producción de este gran director de cine.


Encajada entre una prolífica actividad que envolvía cintas de aventuras, de cine negro, western y hazañas  bélicas, “Un león en las calles” es un magnífico drama que narra la andadura vital de un político populista y demagogo en el profundo sur de los  Estados Unidos.


Basada en un best –seller editado en 1945 y que fue la primera novela del escritor Adria Locke Langley,  su historia estaba basada en la vida del político demócrata Huey Long que llegó a gobernador y senador por Louisiana, asesinado en 1935. El mismo año en que fue publicada, el propio Cagney ya había adquirido los derechos de la novela.  Inspirado en el mismo personaje, un año más tarde salió al mercado una novela titulada “Todos los hombres del rey” cuyo autor Robert Penn Warren recibiría el Pulitzer el año 1947 por esa narración. En 1949 fue llevada al cine por Robert Rossen en una cinta que en España se estrenó con el título de “El político” con Broderick Crawford en el papel estelar.



La cinta de Rossen oscarizada como mejor película y que también consiguió para Crawford la estatuilla al mejor actor, fue elevada a lo más alto por la crítica. No obtuvo el mismo respaldo el filme de Walsh, al ser comparado con el de Rossen, saliendo aparentemente mal parada en la confrontación. Un juicio a mi parecer del todo injusto.

Lo primero que se puede argumentar es que Rossen emprende la narración en un tono de falso documental. Utilizando en ocasiones actores no profesionales y utilizando para el papel protagonista a un actor de carácter, que tuvo una efímera carrera como actor estelar, trabajando asiduamente para la televisión.


Por el contrario “Un león en las calles” está concebida a la mayor gloria de James Cagney, una auténtica estrella que había decidido por medio de su propia productora, controlar su propia carrera. La colaboración de Walsh y Cagney tiene un título que pasó a los anales del cine negro “Al rojo vivo”, donde el carismático actor interpretaba a un despiadado gangster. Su anterior película “El precio de la gloria” de John Ford, era un remake de una de las mejores cintas mudas de Walsh, donde Cagney recreaba al famoso sargento chusquero que en la primera versión había encarnado Victor McLaglen.


Cagney vuelve a estar intenso y eléctrico en esta estupenda cinta de Walsh. Un largometraje que denuncia los peligros del populismo en la sociedad, sin por eso dejar de ser un melodrama barroco planteado con mucho fuego. Como me decía un viejo profesor “Hay que instruir deleitando”.


PD. Barbara Hale la protagonista femenina, fue muy asidua en los platós de televisión. Especialmente en su etapa en la serie de Perry Mason. Frank McHugh, un estupendo secundario y amigo de James Cagney intervino con él en once cintas, siendo esta la última ocasión en que ambos coincidieron.

jueves, 30 de enero de 2014

Locuras de verano (1955) El querer no tiene edad

 

Siempre que pienso en esta película, me viene a la mente su evocadora música que no puedo desasociar  de la ciudad de Venecia. Para mí que jamás he visitado la maravillosa ciudad italiana, esta melodía siempre será Venecia, al igual que las imágenes de esta cinta evocaran en mi corazón el sentimiento de soledad.


Porque la soledad es la principal protagonista del filme. La última realización de David Lean antes de embarcarse en sus gigantescas epopeyas, es la  historia de una secretaria de mediana edad llamada Jane Hudson, que ha ahorrado durante años, para poder visitar Venecia, la ciudad del amor. Pero cuando llega descubre, que por muy bello que sea un lugar, la soledad no es la mejor de las compañías. Es entonces cuando de repente llega el amor. El convulso sentimiento que viene a sustituir su apacible y aburrida existencia.



Katherine Hepburn llevaba dos años sin aparecer en las pantallas. Encarnando este maravilloso papel volvió a ser nominada al oscar a la mejor actriz. Nadie como ella para poder expresar toda esa gama de sentimientos que la protagonista experimenta a lo largo de la película. A su lado su paternaire Rossano Brazzi, hace lo que puede por estar a la altura de las circunstancias.



 El actor italiano llevaba también una larga carrera tras sí desde que empezó de galán  en las películas del periodo fascista. En una de ellas “Tosca” que empezó a dirigir Jean Renoir, compartía cartel con Imperio Argentina. Enrolado en la resistencia, cuando los alemanes quisieron obligarle a realizar películas propagandísticas, se negó a ello. Involucrado en acciones humanitarias, fue detenido por las S.S. Afortunadamente parece que ante la inminencia de la entrada de los aliados en Roma, la pena de muerte quedó sin efecto. Luego le llegó la oportunidad de debutar en Hollywood con el papel del profesor Bauer en “Mujercitas”. Su incapacidad con el inglés fue la causa de su fracaso. Así paso seis años hasta que una nueva oportunidad en la cinta romántica de Jean Negulesco, “Creemos en el amor”, le devolvió el éxito que tanto ansiaba. A partir de entonces se hizo muy popular en los papeles de galán europeo.



David Lean con esta tragicomedia volvía a rodar en color, circunstancia que no hacía desde dos de sus primeras cintas “La vida  manda” y “Un espíritu burlón”.  En esta ocasión utiliza a las mil maravillas el trabajo de Jack Hildyard, fotógrafo con el que ya había trabajado y que anteriormente había deslumbrado por su uso del color en “Cesar y Cleopatra” con la bellísima Vivien Lehig. En 1958 recibiría su único oscar por su trabajo en “El puente sobre el rio Kwai” de nuevo con Lean.



 
Y quiero acabar este post como lo empecé. Recordando la maravillosa música de Alessandro Cicognini. Uno de los compositores más prolíficos del cine italiano, con partituras tan emblemáticas como “Ladrón de bicicletas” y “Estación Termini” ambas de Vittorio De Sica. Un intenso trabajo que ha quedado difuminado ante el éxito de “Summertime in Venice” que convertida en canción, gozó de multitud de versiones, entre las que destacaría la protagonizada por los violines encadenados de Mantovani. Al talento de tantos y tantos músicos, que con sus partituras han hecho mucho más bellas las películas de nuestra vida, va dedicado este post.
P.D. El argumento está basado en una obra teatral de Arthur Laurents, un autor norteamericano autor de piezas que han inspirado títulos tan famosos como “La soga” , “West Side Story” y “Tal como éramos”. En 1965 se convirtió en musical.

 
 

miércoles, 29 de enero de 2014

Escuela de sirenas (1944) Homenaje a Jean Porter.

En aquella España de los cuarenta, el estreno de “Escuela de sirenas” el año 1948, fue todo un acontecimiento. Como la mayoría de las cintas llegaba con retraso, ya que la película había sido lanzada en Estados Unidos, a finales de junio de 1944. Cierto es que otros países asolados por guerras, luego sufrían de igual  o mayor demora, concretamente esta cinta no se estrenó en Austria hasta 1949  y un año más tarde en Alemania.
 
 
 
En los años de la segunda guerra mundial, cuando buena parte del continente europeo, se hallaba vedado para Hollywood, se empezaron a producir musicales que alegraran a la audiencia y que sirvieran para tender puentes con el mercado latinoamericano. Fue así como empezaron a sonar nombres latinos que alcanzaron gran repercusión. La primera productora que se embarcó en musicales de ambiente tropical fue la Twenty Century  Fox, con títulos tan famosos como “Serenata Argentina”  y “Aquella noche en Río” con la exuberante Carmen Miranda.  
 
Otra cinta de similares características, pero de un nivel superior era “Bailando nace el amor” la segunda de las comedias que protagonizaron Fred Astaire y Rita Hayworth, donde los ritmos latinos los proporcionaba la orquesta de Xavier Cugat. El músico catalán que había aparecido de forma esporádica en el cine desde su cameo como director de orquesta en “La viuda alegre” de Stroheim, gracias a la cinta de la Columbia, consiguió una fama en la pantalla que refrendaba la popularidad que ostentaba  en la radio. Contratado por MGM, era una de las estrellas musicales de este bello musical producido por Jack Cummings.
 
 
Porque para rodear a su nueva estrella, la magnífica nadadora Esther Williams, el estudio del león, decidió rodearla de un reparto de campanillas, junto a las melodías más  hermosas y pegadizas. Algunos de estos temas obtuvieron gracias a la cinta una fama hasta entonces desconocida.
BIM, BAM, BUM
 Nada más comenzar la película suena el animado “Bim, bam, bum” que interpreta la hermosa Lina Romay acompañada por la orquesta de Cugat. El autor de la canción es Noro Morales, natural de Puerto Rico y líder de una de las bandas más famosas de música tropical. La orquesta de Cugat ya había grabado el tema con la voz de Tito Rodríguez el  20 de julio del 1942. Siendo esta la única muestra en el disco de su asociación musical.
 
TE QUIERO, DIJISTE
Este famoso bolero, que es más conocido por el nombre de “Muñequita linda” y en su versión inglesa por “Magic is the moonlight” fue escrito por la mexicana María Grever en 1929. Una de las primeras grabaciones fue la del tenor mexicano Alfonso Ortiz Tirado. Mucho mejor a mi parecer fue la realizada por el barítono dominicano Eduardo Brito, uno de los artistas más populares en la España de los años treinta. La versión que no obstante hizo popular al bolero en medio mundo fue la que realizó el colombiano Carlos Ramírez. Poseedor de una hermosa voz de barítono, al igual que muchos artistas de la época dejó la música seria ante los ingresos que proporcionaba la música  más popular.   
 
 
TICO TICO
Esta popular pieza brasileña del compositor brasileño     Zequinha de Abreu, data de 1917, pero su fama internacional no se produjo hasta los años cuarenta. Descubierta por la organista Ethel Smith mientras actuaba en Río de Janeiro, a su regreso en Estados Unidos alcanzó gran fama con este título, lo que le permitió aparecer en esta su primera película. Mujer de gran cultura era una consumada políglota al dominar el inglés, francés, alemán, portugués, español e italianol.
 
TRUMPET BLUES AND CANTABILE
Esta composición del propio Harry James es uno de sus éxitos más perdurables. Realizada en 1942 es una obra maestra del swing. James se encontraba en la cima de su popularidad tras una vertiginosa carrera empezada con tan solo 19 años en la orquesta de Benny Goodman.
HORA STACCATO
Harry James es famoso entre otras cosas por adaptar al lenguaje del jazz piezas clásicas. Dos de los mejores ejemplos son el popular “Carnaval de Venecia” y el frenético “Vuelo del moscardón” de Rimsky Korsakov. En esta ocasión James pasa a su trompeta, la melodía compuesta por el rumano Grigoraș Dinicu en 1906  y que tanta fama dio al violinista lituano de origen judío Jascha Heifetz.
 
ALMA LLANERA
Este famoso himno venezolano fue compuesto en 1914 para una zarzuela del mismo nombre compuesta por Pedro Elías Gutiérrez, con letra de Rafael Bolívar Coronado. Pero su auténtica promoción a nivel internacional vino de la suntuosa versión de Cugat. A partir de entonces ha sido cantada por artistas de todos los estilos y géneros.
 
 
 
Estas son algunas de las melodías que resuenan en la cinta. Una maravillosa diversión aderezada con los momentos humorísticos protagonizados por Red Skelton, un cómico minusvalorado, que merece mayor atención que la dada hasta ahora. Creo que es justo también destacar las divertidas actuaciones de Basil Rathbone y Margaret Dumond. Todos contribuyen a que sea tan disfrutable este precioso musical con que recordamos a una bella sirena de cautivadora sonrisa, que siempre nadará en la piscina de nuestra imaginación.
                                                                                  JEAN PORTER
P.D. Quiero que este post sirva de homenaje a la bella Jean Porter, actriz secundaria de muchas cintas de los años cuarenta, en esta película está particularmente bella y graciosa. Esposa del director Edward Dmytryk hasta el fallecimiento de este, fue su fiel apoyo cuando el cineasta fue perseguido por pertenecer al partido comunista.
 

martes, 28 de enero de 2014

San Francisco (1936) Este si que fue un terremoto.


A veces cuando uno se enfrenta ante una cinta tan conocida y que además ama tanto no sabe que escribir. Bueno creo que bastaría con decir si no la han visto no se la pierdan. Y en este caso no andaría herrado pues se trata de uno de los filmes más divertidos que he visto a lo largo de mi vida.

 

“San Francisco” es ante todo Clark Gable. Su presencia llena toda la película de cabo a rabo. Embutido en el papel del amoral Blackie Norton, ofrece una de las interpretaciones más carismáticas de su carrera. Ese adorable canalla que Gable interpretaba a la perfección y del que aquí da la imagen definitiva.


Y eso que “El Rey” no estaba muy conforme con la compañera de reparto que le habían colocado. Acostumbrado a las sensuales Mirna Loy, Joan Crawford, Jean Harlow…después de haber compartido cartel con estrellas del calibre de Claudette Colbert y Norma Shearer, le resultaba difícil el hacerlo con una estrella conocida por sus habilidades canoras.  Pensaba que resultaría estúpida su imagen observando como ella cantaba. Lo cierto es que Jeanette McDonald era una de las estrellas más importantes del estudio, después de su etapa en Paramount, en los estudios de MGM no había hecho más que cosechar éxitos desde su primera cinta, la estimable “El gato y el violín” junto a un extrovertido Ramón Novarro.


La película que junto a “El gran Ziegfeld” era la gran apuesta del estudio en 1936, contó con un magnífico Spencer Tracy como el Padre Mullin, era la  primera vez que el actor interpretaba a un sacerdote y sería también la primera vez que sería nominado al oscar al mejor actor. Recompensa que lograría justo un año después por su emotivo marinero Manuel en “Capitanes intrépidos”. Otro actor que está magnífico es Jack Holt en la piel de Jack Burley el aristocrático y taimado antagonista de Blackie Norton. Holt que había comenzado como especialista en el cine, protagonizó muchas cintas mudas del oeste, de su periodo en el cine sonoro este es sin duda su papel más recordado. Uno de los papeles más sensibles de la película es el viejo profesor de música al que da vida  Al Shean. Su dúo en el vaudeville junto a Gallaher le proporcionó cierto nombre, aunque hoy es mucho más conocido por ser el tío de los famosos hermanos Marx.



Si los efectos especiales realizados por James Basevi, Russell A. Cully y A. Arnold Gillespie, conmocionaron al público en su estreno, hoy cabe detenerse un instante en el maravilloso texto obra de Anita Loos. Es un guion muy bien trabajado, por lo que consigue mantener la atención del espectador a lo largo de toda la proyección.



W.S. Van Dyke tardó algo más de dos meses en terminar la película, consiguiendo que todo llegara a buen puerto. La camaradería entre Gable y Tracy quedó patente en la película donde es evidente el feeling entre ambos. Con respecto a su pareja en la cinta, Gable que  por aquel entonces había comenzado a salir con Carole Lombard, dedidió tomar unos espaguetis con mucho ajo, justo antes de besar por primera vez a la actriz. Esta de la impresión a poco se desmalla. Otro de los puntos de fricción del rey consistía en la última escena de la película donde oraba de rodillas pidiendo perdón, alegando que resultaba poco viril. Para contentarlo el director decidió filmarlo de espaldas.



Jeanette McDonald en el papel de la cantante Mary Blake, interpretó toda suerte de melodías populares y arias de ópera. Pero ninguna alcanzó la popularidad de la canción que da título al filme y que compusieron Bronislaw Kaper y Walter Jurmann , con letra de Gus Kahn. Un momento mágico en la historia del cine, antes de que empiece a temblar la tierra.



P.D. El famoso terremoto de la ciudad, ya había sido el climax de la cinta muda “Orgullo de raza” (http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2013/11/orgullo-de-raza-1927-en-el-viejo-san.html)

lunes, 27 de enero de 2014

La viuda alegre (1925) A la manera de Stroheim


 Que Erich von Stroheim es uno de los artistas más personales que ha dado el mundo del cine es evidente. Todas sus obras poseen la marca de la casa, que las distingue del resto de productos. Su mirada transformaba todo lo que tocaba, algo evidente en esta adaptación de la opereta “La viuda alegre”.

 

La desenfadada y liviana pieza de Franz Lehar, en manos de Stroheim apenas queda reconocible. El guion es obra de Benjamin Glazer, un talento que se había dado a conocer adaptando una obra de Ferenc Molnár llamada ”Liliom” . La pieza que triunfó en Broadway fue llevada al cine por Metro Pictures en 1921, posteriormente se convertiría en uno de los musicales más famosos de Rodgers y Hammerstein “Carrusel”. En 1925 llevaba un año trabajando como guionista de Metro Goldwyn Mayer, y  a decir verdad logró una adaptación que se distancia como hemos dicho por completo del original, pareciendo más una continuación de los habituales dramas aristocráticos que tan célebre habían hecho a Stroheim.



Pese al aire de comedia que envuelve el inicio de la cinta, sabemos que pisamos un mundo mucho más complejo y malsano, que el habitual en una opereta. Un ambiente donde el sadismo y la sensualidad sin frenos marcan el acento.  Cuando llegan a sus aposentos en una posada, el Conde Danillo y su primo el Príncipe Mirko, no dudan en asaltar a las doncellas sin la más mínima cortesía. Un mundo fuertemente  jerarquizado que trastocará una célebre artista de variedades llamada Sally.



El filme estaba pensado a la mayor gloria de Mae Murray, una actriz que había empezado en los flamantes espectáculos de las "Ziegfeld Follies". Siendo una de las estrellas más importantes de los originario estudios Metro PIctures. Pese a sus continuos enfrentamientos con el director europeo, logró encarnando a la pizpireta artista su creación más recordada. Uno de los mayores aciertos del filme, fue el dar el papel de Danillo a John Gilbert, una estrella emergente que se hallaba en MGM desde el año anterior y cuya próxima película “El gran desfile” le daría una fama tan sólo superada por Rodolfo Valentino. Como el sádico Príncipe Mirko, Roy D'Arcy logra convertirse en un “alter ego” del propio Stroheim que hubiera deseado interpretar al odiado personaje, pero la recta negativa del productor Irving Thalberg lo impidió.



Pese a lo azaroso de su producción, algo habitual en las películas del cineasta austríaco, la cinta fue un rotundo éxito de crítica y público. Desgraciadamente los siguientes proyectos del director por unas causas u otras no acabaron de estrenarse de forma completa. Al final como otro gran genio del cine Orson Welles, acabó convirtiéndose en actor de carácter, con actuaciones tan sublimes como la del viejo mayordomo en “El crepúsculo de los dioses”. Tampoco Mae Murray aprovechó el éxito de la cinta. Casada con  un excéntrico aristócrata, el príncipe David Mdvani, dejó que este llevara sus asuntos artísticos, logrando que Mae rompiera con MGM una decisión totalmente desafortunada. Para cuando empezaba el sonoro su nombre estaba totalmente olvidado.


 
 

De Gilbert que fue la máxima estrella masculina del estudio en el periodo silente, se ha escrito ríos de tinta sobre su vertiginosa caída, y el grado mayor o menor de culpa de Louis B. Mayer en el asunto. Tres destinos que pasaron del más rotundo éxito al más lamentable de los olvidos. Tan solo el guionista Benjamin Glazer iniciará una ascendente carrera de guionista, ganando el oscar por el guion de “El séptimo cielo” y otro en 1940 por la historia que convertirían en guion  Charles Brackett y Billy Wilder, titulada “Arise my love” protagonizada por Claudette Colbert y que iniciaba su acción en la guerra civil española.

domingo, 26 de enero de 2014

Alma rebelde (1943) Las brumas son románticas.

Para la mayoría de los aficionados al cine, el nombre de Robert Stevenson es sinónimo de las mejores cintas de imagen real de los estudios Disney. El director británico se ocupó durante la década de los sesenta de títulos tan famosos como “Un sabio en las nubes”, “Ahí va ese bólido”, “La bruja novata” y desde luego “Mary Poppins” que le valió la nominación al oscar.
Pero volvamos dos décadas atrás, cuando Stevenson se hallaba en Hollywood,  contratado por el productor David O´Selznick. Después de proyectos de no demasiado fuste, la Fox le daba la oportunidad de rodar una cinta de gran presupuesto. El reparto lo encabezaba Joan Fontaine y Orson Welles, junto a la niña Margaret O´Brian que empezaba a ser muy popular.

Jane Eyre, fue publicada en 1847, escrita bajo seudónimo por Charlotte Bronte, hermana de otras dos célebres autoras Ann y sobre todo Emily con su mítica obra Cumbres borrascosas. Las tres murieron jóvenes aquejadas de tuberculosis, pero su obra, especialmente las dos grandes novelas de Charlotte y Emily siguieron manteniendo su vigencia con el paso de los años. Solo hablando de Jane Eyre, el número de adaptaciones hasta la fecha de hoy llega a la docena.

De entre todas ellas, esta es sin duda mi preferida. Pese a los peros que se  le han puesto. El primero y más evidente para los que conozcan la novela original, es que en ella la protagonista es una chica poco agraciada, nada que ver con la belleza de Fontaine. Lo que ocurre es que el Hollywood de los años cuarenta era una fábrica de ilusiones, no un documental soviético. El público quería ver mujeres glamurosas y hombres viriles como Welles.


El joven y díscolo genio tuvo que refugiarse en el oficio de actor, para seguir vivo en el mundillo artístico. El mayor defecto del viejo sistema de estudios, consistía en dejar poco espacio a la  iniciativa personal, especialmente si esta era tan desbordante como la de Welles. Algunos hablan de una participación  de Welles asesorando a Stevenson en el rodaje de la película, pero lo cierto que nada se ha podido demostrar. Lo cierto es que con o sin ayuda, Stevenson hizo un filme brillante, apoyado en la fotografía en blanco y negro de Georges Barnes que ya había participado en Rebecca.

 


Precisamente el segundo mayor defecto de la cinta para muchos, es intentar remedar el ambiente opresivo del filme de Hitchcock. Yo lo único que puedo ver es la maravillosa dirección artística dela cinta, que nos hace rememorar una tenebrosa Inglaterra pre victoriana. El brillante escritor británico Aldous Huxley , vuelve a realizar una gran adaptación de una novela del siglo XIX, tras su estupenda labor con la adaptación de “Orgullo y prejuicio” que protagonizaron Greer Garson y Laurence Olivier.



No quisiera terminar el artículo, sin recordar la gran partitura de Bernard Hermann, la guinda que faltaba para coronar este maravilloso menú cinematográfico.



P.D. Además de Bernard Hermann que ya había trabajado con                Welles en Ciudadano Kane, otro viejo amigo del Mercury Teatre intervino en la redacción del guion el luego productor John Houseman. Como ya comentamos en el post de Fuego de juventud (http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2014/01/fuego-de-juventud-1944-vamos-saltar-el.html) Liz Taylor tuvo uno de sus primeros papeles como la compañera en el orfanato de la joven Jane, interpretada aquí por Peggy Ann Garner. En 1946 la Warner produjo una cinta titulada "Devotion" en la que Ida Lupino y Olvia de Havilland interpretaban a Emily y Charlotte Bronte.