sábado, 23 de noviembre de 2013

El siete machos (1951) Vaya par de gemelos.

 

 

Las carpas constituían en las primeras décadas del siglo XX, la principal forma de diversión para las clases populares mexicanas.  Surgidas al albur de la revolución mexicana, una época conflictiva que obligó a los circos a prescindir de sus animales, al no tener con que alimentarlos, con el tiempo acabaron siendo una mezcla de teatro y salón de baile. Mientras la ruidosa orquesta entona las danzas más exitosas que bellas vedettes ejecutan entre el entusiasmo del público, sale a escena un cómico vestido estrafalariamente que empieza a utilizar un lenguaje delirante.


Esos son los orígenes del cómico más famoso  de habla hispana, las modestas carpas teatro donde se forjó un personaje convertido en icono del cine mundial. Tras una serie de papeles de lo más variopinto a lo largo de los años treinta, fue en unos populares cortos donde representó en las pantallas por primera vez a Cantinflas. En 1940, su interpretación de Cantinflas, como personaje secundario de una comedia que encabezaban  Joaquín Pardavé y Sara GarcíaAhí está el detalle", logró el reconocimiento del público eclipsando a los actores protagonistas.


Siguiendo el ejemplo de su admirado Charles Chaplin, Mario Moreno decidió formar junto a su amigo Jacques Gelman la productora Posa films, con lo que se aseguró el control artístico de su carrera.


Paralelamente se produce en su país la llamada edad de oro del cine mexicano, donde la figura de Emilio Fernández logra el reconocimiento de la crítica mundial. Pero son los dramas sociales de Ismael Rodríguez y las cintas de charros, las que llenan las butacas de los cines. Estas últimas conforman un género híbrido mezcla de western y comedia musical, que llevó su fama fuera de las fronteras mexicanas, gracias a la voz y presencia de charros cantores de la talla de Jorge Negrete y Pedro Infante.

En la España de  postguerra, aparte de las omnipresentes producciones norteamericanas, las cintas foráneas más populares eran las protagonizadas por Negrete, tan solo superado por las de Cantinflas.


La afición de Mario Moreno a satirizar diferentes géneros ya se había producido desde sus inicios en las carpas, donde realizaba versiones cómicas de las cintas americanas más populares del momento. También en sus primeros filmes tenemos ejemplos de adaptaciones tan chocantes como “Los tres mosqueteros” (1942) y la mucho más lograda “Romeo y Julieta” (1944), donde interpretaba a un ruletero (taxista) fortuitamente involucrado en la representación del drama de Shakespeare. Para cuando acomete la parodia de las cintas de charro, el cómico mexicano se halla en  plena madurez, ya alejado del personaje de peladito de suburbio, pero manteniendo su irónica y genial verborrea.

Sin la estructura deslavazada de sus primeras cintas, ni el empalago sentimental de la etapa en color, “El siete machos” es una muy divertida comedía escrita por Luis Alcoriza donde Cantinflas interpreta a dos gemelos separados al nacer, uno es el ingenuo peón Margarito, el otro el bandido benefactor conocido como siete machos. Una cinta cuya única pretensión es hacernos reír, y a fe mía que lo consigue.

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